Estamos ante uno de esos libros que se podrían definir como bellos tanto por su contenido como por su continente. Es decir, un libro bien editado, cuidado al detalle, de esos que te gusta tener entre tus manos, tocar, mirar y volver a mirar. Un libro de Cangrejo Pistolero Ediciones, un sello que mima a su prole y hace algo más que libros.
Diario de un gato nocturno es el primer libro de Javier Gato, un joven sevillano que lleva tiempo moviéndose en la noche sevillana en general y en las Noches del Cangrejo en particular. Pero Javier no es un poeta, o al menos no es sólo un poeta: se define a si mismo como "narrador de prosa neolibertina y performer de cabaret queer". Un ángel caido.
Este libro de poemas es un recorrido nocturno por la noche de Sevilla, pero no se queda sólo en un frívolo reflejo de la noche. Javier Gato ha escrito un libro sorprendente, por un lado festivo, barroco, urbano, moderno y, por otro, amargo, triste, oscuro, doloroso, decadente: una mezcla entre la mitología y la noche postmoderna. En el epílogo, Elena Medel destaca esa unión entre el "espíritu trovadoresco" y el lenguaje (explicito) típico de nuestros discos de adolescencia. Y por ahí transitan las imágenes nocturnas (siempre nocturnas, aunque a veces sea de día) de este poemario, entre palabras barrocas, apenas usadas en la actualidad, y palabras obscenas, juveniles, desgastadas por el uso.
Sin embargo, las mejores imágenes las encontramos en versos sencillos como estos: "nadie le exige a una llave inglesa que sea hermosa /sólo que sepa apretar bien las tuercas" o "porque los gatos siempre / caminan solos".
La palabra gato aparece por todas partes, en el nombre del autor, en el título del libro, como protagonista del poemario, como personaje secundario o corista. Pero lo más sorprendente es, sin duda, su aparición como lector: el gato-lector. Inesperada transformación del lector en personaje. Así, uno se encuentra rodeado de repente de personajes muy diferentes, desde la fauna nocturna de Sevilla hasta personajes más públicos como María Patiño, Isabel Pantoja, Amy Winehouse o Leopoldo Maria Panero. A todas luces, una combinación explosiva.
Diario de un gato nocturno es, en definitiva, una combinación de "tostadas y churros" con "colillas, condones, meadas y semen", un lamento de desesperación gatuna, leve pero profunda, de esas noches perdidas, un libro lleno de una sensación de tristeza sin tregua, un retrato en primera persona de la dulce impresión de estar sumergido en lo negro.
Diario de un gato nocturno es el primer libro de Javier Gato, un joven sevillano que lleva tiempo moviéndose en la noche sevillana en general y en las Noches del Cangrejo en particular. Pero Javier no es un poeta, o al menos no es sólo un poeta: se define a si mismo como "narrador de prosa neolibertina y performer de cabaret queer". Un ángel caido.
Este libro de poemas es un recorrido nocturno por la noche de Sevilla, pero no se queda sólo en un frívolo reflejo de la noche. Javier Gato ha escrito un libro sorprendente, por un lado festivo, barroco, urbano, moderno y, por otro, amargo, triste, oscuro, doloroso, decadente: una mezcla entre la mitología y la noche postmoderna. En el epílogo, Elena Medel destaca esa unión entre el "espíritu trovadoresco" y el lenguaje (explicito) típico de nuestros discos de adolescencia. Y por ahí transitan las imágenes nocturnas (siempre nocturnas, aunque a veces sea de día) de este poemario, entre palabras barrocas, apenas usadas en la actualidad, y palabras obscenas, juveniles, desgastadas por el uso.
Sin embargo, las mejores imágenes las encontramos en versos sencillos como estos: "nadie le exige a una llave inglesa que sea hermosa /sólo que sepa apretar bien las tuercas" o "porque los gatos siempre / caminan solos".
La palabra gato aparece por todas partes, en el nombre del autor, en el título del libro, como protagonista del poemario, como personaje secundario o corista. Pero lo más sorprendente es, sin duda, su aparición como lector: el gato-lector. Inesperada transformación del lector en personaje. Así, uno se encuentra rodeado de repente de personajes muy diferentes, desde la fauna nocturna de Sevilla hasta personajes más públicos como María Patiño, Isabel Pantoja, Amy Winehouse o Leopoldo Maria Panero. A todas luces, una combinación explosiva.
Diario de un gato nocturno es, en definitiva, una combinación de "tostadas y churros" con "colillas, condones, meadas y semen", un lamento de desesperación gatuna, leve pero profunda, de esas noches perdidas, un libro lleno de una sensación de tristeza sin tregua, un retrato en primera persona de la dulce impresión de estar sumergido en lo negro.
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