martes, 17 de enero de 2012

Capítulo 3. Taller abierto. EL MAESTRO ESCARABAJO. IDEAS PARA UNA NUEVA PEDAGOGÍA DE LAS ARTES PLÁSTICAS DEL SIGLO XXI


3. Taller abierto

El taller debe entenderse como un lugar de encuentro e intercambio de conocimientos, mas que el lugar donde se imparten clases dogmáticas. Se debería potenciar la comunicación entre los alumnos del taller, provocando charlas, tertulias y exposiciones de ideas. Esto ayudaría al alumno a entender cada vez mejor el fenómeno del arte. Daría algunas respuestas conceptuales a sus preguntas. El intercambio de ideas, de opiniones y modos de enfocar el fenómeno de la creación es imprescindible para que se de un crecimiento intelectual, que lleve al artista hacia su verdad, y de forma plástica a su discurso. Para lograr este fin es importante el lugar donde se lleve a cabo. No es lo mismo hacer arte en el salón de tu casa que en un taller. El simple hecho de tener a mano tanto el material como la opinión de compañeros de trabajo puede resultar muy satisfactorio. Las dudas se solventan mejor con la opinión de varias personas que a través de la soledad del individuo.
El alumno debe ayudar o aconsejar al compañero, ya que entre todos los componentes del taller puede que busquen algo común o bien pueden ayudarse a encontrar soluciones distintas a problemas similares. También les sirve para comparar, como aclaración para su trabajo. Una opción práctica podría ser reunir a todos los componentes del taller y ponerlos delante de uno de los ejercicios de algún alumno para que pudiesen dar su opinión y llegar a conclusiones.
En una disciplina tan íntima y compleja como es la creación plástica, es muy fácil perder el rumbo. Es necesario contrastar ideas, aportar pensamientos y posibles soluciones. La subjetividad del arte hace posible el fenómeno de que existan muchas soluciones válidas, o no, para llevar a cabo una obra artística. No existen recursos universales en el campo de las artes, esa es una de las lecciones que nos ha dado la historia a lo largo de los siglos. Lo que en un momento se consideraba válido y aceptado por el grueso de la sociedad, cambia por otra cosa completamente distinta en otro momento histórico.
Aunque también es cierto que el aislamiento en el espacio donde se trabaja puede ser necesario en el artista según sean su personalidad o sus necesidades inmediatas. En la soledad del castillo Derneburg, rodeado de obras de arte, esculturas exóticas, libros o cualquier cosa que llamara la atención al artista, Baselitz reflexionaba sobre la clausura del creador en su estudio diciendo:

Esta situación de aislamiento no es voluntaria, sino el resultado de trabajar en alguna cosa muy especializada de la que nadie entiende nada… Los artistas, en general, no corren detrás de la sociedad, detrás del espectador, sino que este debería estar educado para seguir aquel lenguaje, pero la mayoría se niega y, por tanto, estamos solos… Pienso que esta situación extrema es buena, no tener ningún soporte en la relación con la sociedad, poder ser cínico. 18

Pero la soledad, pedagógicamente hablando, no es muy fructífera. Al fin y al cabo vivimos en sociedad y las obras de arte se hacen para que sean vistas por otros. ¿Existiría el arte si nadie lo viese, opinase o lo censurase?


18 María José de los Santos Auñón, op. cit., pág. 90.



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