Nacidos en los ochenta, reivindican unos versos de fusión íntima que huyan de la militancia
Erika Martínez, Pablo López, Laura Rosal, Alba González, Cristian Alcáraz. - J. GÓMEZ
PAULA CORROTO - CÓRDOBA - 19/04/2010 01:00
Pertenecen a la generación que creció con la serie de dibujos animados Bola de dragón, pero en sus poemas no hay ni Gokus ni Krilines. Tampoco Oliver ni Benjies.
Pablo López, Erika Martínez, Alba González, Cristian Alcaraz y Laura Rosal, nacidos entre 1979 y 1990, y con su primer poemario recién salido de la imprenta, están bastante alejados de las referencias nostálgicas con las que quiere enganchar la publicidad. También del debate entre poesía de la experiencia o individualista. Compromiso político o interés por los aspectos formales y por la literatura. Tradición o modernidad. Verso libre o corsé estrófico. "Nosotros hacemos fusión. Somos una generación que ha perdido el miedo a hacer lo que le gusta", resume Erika Martínez.
Esta semana han participado en los talleres del festival Cosmopoética de Córdoba. Son los poetas emergentes. Escriben porque leen, para pensar, porque es más fácil que no hacerlo, para relacionarse consigo mismos. Son frescos, críticos, pero sin romper con las generaciones más inmediatas. Al contrario, se consideran deudores de los poetas nacidos en la década de los setenta (Carlos Pardo, Mercedes Cebrián, Abraham Gragera, Agustín Fernández Mallo, entre ellos), los primeros que llevaron a su poesía los fenómenos de la globalización, las nuevas tecnologías y una nueva reflexión sobre la definición del ciudadano en torno al consumo, según teoriza Martín Rodríguez-Gaona en Mejorando lo presente. Poesía española última (Caballo de Troya). "Nosotros nos estamos aprovechando de sus hallazgos", señala Pablo, que también ve como una influencia a poetas norteamericanos como John Ashbery.
Se consideran deudores de escritores como Fernández Mayo
Sin embargo, tampoco sienten temor a mirar hacia más atrás para reinterpretar a grupos poéticos como el del 27. "La Guerra Civil supuso un corte sobre la percepción de aquella época. Creo que tenemos cosas que descubrir, sobre todo de la obra que hicieron las mujeres aquellos años. Y a nivel poético hay tradiciones que recuperar", señala Alba, que trabaja en una tesis sobre las mujeres ensayistas del XIX. No son rupturistas absolutos.
Los nacidos en los ochenta quieren saber cuál es nuestra historia, de dónde venimos. Se preocupan por los problemas sociales violencia de género, pero no desde una militancia poética. "Nosotros trabajamos más la Historia de forma simbólica. No hay un discurso explícito", apostilla Erika. "Son problemas que nos interesan, pero desde el individuo", afirma Pablo. Lo suyo es una poesía más íntima. En algunos casos como el de Cristian Alcaraz (Málaga, 1990), personalísima. Su poemario Turismo de interior trasluce una fresca iniciación en el sexo homosexual. "Creo que he sido muy sincero. Posiblemente mis próximos poemas no me muestren tanto a mí", aclara.
"Para nosotros ha desaparecido el concepto de revolución"
Cinismo y pesimismo
El topicazo de ser la primera generación nacida en democracia les ha acompañado siempre. Sin embargo, no creen que las cosas vayan a mejor. Eso sí, sus acciones basculan entre el cinismo, el pesimismo y la necesidad de no callarse. "Creo que no va a haber grandes transformaciones. Y no creo para nada en el progreso", dice Erika. "Ya, pero el pesimismo no nos hace avanzar", contrarresta Alba. "Lo que sí que ha desaparecido es el concepto de revolución", cuestiona Pablo en un pequeño rifirrafe durante la conversación.
¿Y qué opinan de los soportes electrónicos? Ellos fueron los primeros en crecer con un ordenador (a pesar de no existir Internet ni los móviles), pero aún recuerdan los trabajos escritos a mano y alguno, como Alba, prefiere el bolígrafo a la tecla. También se muestran asombrados ante los análisis sobre las redes sociales o Google. "Como estamos en Face-book ya se dice que cambia el contenido de los poemas. Yo creo que no tanto. Eso sí, a mi, Googlebooks me salvó la vida en la tesis", reconoce Erika.
Ahora esperan que llegue el e-book, aunque sin prisas. Son de una generación que todavía creció con el papel. Son un grupo mixto. Los primeros poetas nacidos en democracia. Quizá todavía en transición.
Fuente: El Público
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