El granadino presenta hoy en el Teatro Alhambra su primer libro, titulado 'Tengo un amigo que no tiene amigos'
03.04.09 -
Pepe Quero nació en Granada «el siglo pasado», como él dice. En 1987 fundó Los Ullen, una de las mejores compañías de teatro de nuestro país. Sus obras han triunfado en todo el mundo. Esta tarde vuelve a su barrio y a su calle para presentar, en el Teatro Alhambra, su primer libro de poesía y relatos: 'Tengo un amigo que no tiene amigos'. Un desahogo existencial donde este talentoso artista cuenta anécdotas y detalles de su infancia granadina y su deambular por el planeta.
-«No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo», decía 'El Principito'.
-Lleva mucha razón. Por eso este libro me sirve para desahogarme, para hablar de amistad, de experiencias y, sobre todo, de la vida.
-¿De verdad conoce a alguien que no tenga ni un solo amigo?
-Más que conocer o no conocer, planteo una reflexión. Al final, estamos muy solos, sólo nos tenemos a nosotros mismos.
-¿Y en esa soledad es como mejor se trabaja?
-Este libro es fruto, precisamente, de muchos ratos solo en camerinos, hoteles, aviones. En el tiempo que me dejan libre me apetecía escribir algo así.
-Sin embargo, usted presenta hoy en el teatro Alhambra su libro rodeado de amigos granadinos. Y su también amigo Kiko Veneno le ha escrito el prólogo, y los ilustradores Miguel Ángel Porro y Angelino Carracedo se han encargado de las imágenes.
-Me hace verdadera ilusión encontrarme esta tarde en Granada con Sara Molina, directora de Q Teatro, Emilio Goyanes, director de Laví e Bel, y Ramón Aparicio, actor y coordinador del Centro de Estudios Escénicos de Granada.
-Y además, enfrente de su colegio José Hurtado, en su época llamado División Azul.
-Me trae tantos recuerdos la calle Molinos, el Realejo, el Campo del Príncipe. Recuerdo aquel colegio que parecía un campo de concentración, donde los curas nos pegaban a rabiar y donde Franco puso la primera piedra, que siempre se quedó en el patio del colegio y supongo que seguirá ahí. Todos llevábamos nuestro 'babi' azul, con la bandera roja y gualda. El libro está libro lleno de anécdotas de infancia. Es caprichoso, como el título en sí.
-¿Es Granada buena ciudad para los amigos?
-Aquí tenemos tanta malafollá y tan mal carácter que no vamos con engaños. Esa malafollá es el mejor indicador: te dice por aquí sí, por aquí no. Esta ciudad no es de farfolleo y risa fácil. El que es amigo es amigo de verdad. Y si alguien no te cae bien, es que ni le hablas.
Nuevas generaciones
-En tiempos de crisis, ¿los amigos huyen o se unen?
-Las crisis son buenas para la amistad. Unen, sin ninguna duda. Cuando hay problemas o dificultades necesitas más solidaridad y apoyo.
-¿Pero qué es exactamente un amigo?
-Cuando llamas a alguien y le dices, por favor, necesito que vengas ahora mismo, y esa persona viene sin pedir explicaciones y dispuesto a escucharte. Eso es un amigo
-¿Y cuándo acaba la amistad?
-Cuando un amigo te quita a tu mujer (risas). Creo que la mentira acaba con la amistad, es la gran enemiga. El principio de la amistad es quererte a ti mismo y dar a los demás. Es más bonito dar que recibir, te sientes más orgulloso y más tranquilo ayudando a un ciego que no lo has dejado que lo pille el autobús.
-Habrá alguien, no sólo divirtiéndose con que el bus pille al ciego, sino incluso grabándolo en los móviles y pasando las imágenes a otros.
-Ahora contamos con una de las generaciones más asquerosas, pervertidas y amorales de jóvenes que han existido. Absolutamente consumistas, pijos y capullos. No les dan valor a nada porque todo es gratuito; tienen pasta, moto, se aburren y se aficionan a las tremendidades, se meten en terrenos de maldad, se convierten en malas personas que pegan, matan. Es una calaña tremenda.
-Y el teatro, que siempre es transgresor, ¿debe batallar ahora por la recuperación de los valores?
-El teatro es un espejo de la sociedad, tiene que abrir los ojos a lo malo que la afecta. En este diálogo poético yo involucro al público. Y es divertido, porque la gente se libera sacando al gamberro bueno que todos llevamos dentro. Lo verdaderamente malo es la hipocresía, vestirse de bueno y luego llegar a casa e insultar gratuitamente a tu mujer. Este diálogo es como dar pequeñas bofetadas poéticas que hacen pensar, pequeños pellizquitos no agresivos.
EL IDEAL, GRANADA
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